domingo, 11 de mayo de 2014

La soledad del hincha.

Al hincha no se le entiende. Nadie entiende los cabreos ni las euforias, nadie a quien no le guste el fútbol. Nadie normal, nadie racional entendería que yo hoy haya pasado de la euforia de saber que el Unión Club Ceares se clasificaba para jugar el play-off de ascenso al mayor de los hundimientos tras el partido del Atleti contra el Málaga (esa Liga que se ha escapado, gracias por tanto Teixeira... gracias por tanto...).
En todo caso, más allá de que nadie entienda a los enfermos del fútbol, más allá del enormísimo bajonazo con el que me he vuelto hoy a casa, dejo este vídeo enlazado porque me ha dado un subidón que ni la mayoría de drogas que os venden por ahí. Dejo este vídeo como ejemplo de lo que me aporta el fútbol, de lo que mola de este deporte, de las cosas bonitas.
Ya ganará la Liga el Atleti, y la Champions... De momento tengo muchas ganas de celebrar esto y mañana toca salir por Madrid a pasear la camiseta del UC Ceares... ¡¡ENHORABUENA CAGONDIOS!!


Gracias, Ciares, por devolverme la fe en el fútbol que quiero. Gracias, carajo... ¡qué orgullo! ¡Qué alegría!
¡¡¡¡PUXA CIARES!!!!

Por otra parte, tengo la impresión de que hoy he visto al Atleti perder miserablemente una Liga que tenía en la mano porque, entre otras cosas, hace ya varias semanas que parece que nadie quiere ganarla. A menudo me planteo que si el Atleti estuviese igual de bien gestionado que el Ceares lo que hace el Cholo dejaría de ser milagro para ser costumbre.
Pero, en fin, que a nadie le importa esto porque nadie que no sienta unos colores puede entender todo este carrusel de emociones. Y de todo esto hablaba Nick Hornby en su libro así que ya vale de ser un triste imitador. Esto es lo que hay, soy futbolero. A quien no le guste que no mire. Y quien no lo entienda... se lo pierde.

viernes, 7 de febrero de 2014

Gracias por todo, Luis.


Yo a Luis le quiero mucho. Y no lo digo ahora que es fácil decirlo porque se nos ha ido, lo llevo diciendo mucho tiempo porque a mí a Luis me lo enseñaron en casa. ¿Aquélla final que pudo ser y no fue? Me la contó mi abuelo, me habló de aquel gol de Luis. ¿El primer gol en el Calderón? Fue Luis, "¿pero quién iba a ser?", me decía mi abuelo. Mi abuelo sigue siendo muy de Luis y muy del Atleti y por eso yo siempre he sido muy de Luis.
Me acuerdo de la última vez que Luis volvió al Atleti. Me acuerdo, entre otras cosas, porque casi se nos va ese verano de una peritonitis, y yo decía que no podía ser, que no podíamos llegar a ese punto de ser el pupas ("si nosotros somos el pupas, el resto ¿qué son, el costras?"). Me acuerdo de que a las pocas jornadas de empezar esa liga de segunda, ese lamentable segundo año en segunda, se filtró que Luis había cogido de la pechera a Aguilera para echarle la bronca poco tiempo después de quejarse de que fallábamos mucho en los segundos balones. Esa misma jornada marcó Aguilera en un rechace y fue su temporada más goleadora. Y Luis era eso, era fútbol. En una época en la que no se colgaban las ruedas de prensa de los entrenadores en Internet yo aprendía mucho fútbol escuchando y leyendo a Luis. Porque él lo negaba, pero era El Sabio.
Luis era el Atleti, y yo sigo siendo muy del Atleti. "No va a durar mucho, hazme caso, que Luis no se lleva bien con Gil" me advertía mi abuelo. Hay que joderse con mi abuelo Paco, qué poco se equivoca...
Luis nos devolvió a Primera tras ese añito en el infierno que fueron dos cuando podría haberse dedicado a, yo qué sé, jugar la Champions. Me atrevo a decir sin miedo que Luis sentía más los colores, no sólo que los actuales dirigentes, sino más que muchos que los que ahora pagan su abono. Luis era el oso y el madroño del escudo, las cuatro franjas rojas y las cuatro blancas. A Luis, los que somos de verdad del Atleti le queríamos de Presidente de Honor del Atleti pero todos sabíamos, y él el primero, que con estos fantoches usurpando el palco, era imposible.
Luis empató en el Bernabéu con un equipo recién ascendido y yo recuerdo que hubo gente que le criticó por no ganar aquel partido. A Luis se le ha zurrado mucho desde su propia casa... Y hay gente que ha ido a su funeral y no se le ha caído la cara de vergüenza. Si el Atleti fuese de sus socios es probable que Luis fuese presidente, porque sí, como decía mi abuelo, Luis con los Gil nunca se llevó bien y aún así siempre esperó poder volver a la que sin ninguna duda era su casa. Antes que Gil estuvo Luis inaugurando ese estadio y aún así hay gente que lo olvida. Luis habló de todo eso hace unos años en el Foro Gaudeamus, pero ni a la directiva, ni a la prensa, ni a un importante sector de la afición (y esto incluye a muchos de los que guardaron silencio hasta el minuto ocho... con una memoria muy selectiva cuando les viene en gana).
Y Luis se fue en silencio.
A Luis siempre se le ha querido echar mierda encima. A Luis motivar a Reyes, con unos medios más que discutibles, le costó que todo el mundo le tachase de racista a pesar de que Eto'o (que hasta donde yo sé, blanco no es) hablase de él con el mayor de los cariños. Luis era de derechas, pero Xavi Hernández estuvo a punto de no poder jugar el día que se enteró de que Luis se nos iba. Porque meterse con Luis era fácil. De Luis hay mucha gente que habló bien aún en vida y ahora nadie quiere recordarlo. Schuster y Futre han dicho muchas veces que nadie les ha motivado nunca para un partido como Luis en aquélla final de Copa del 92. De las charlas motivacionales de Luis ha hablado Puyol. A Luis le cantó Casillas cuando la Selección Española de Fútbol ganó aquella Eurocopa. Luis se fue a entrenar a Turquía y nadie quiso acordarse de él porque Luis era del Atleti y muy macarra, así que muchos prefirieron obviar su legado, empezando por su propio Club.
Me ha costado una semana sentarme a escribir sobre Luis y llegar hasta aquí sin que me temblasen las manos y se me mojasen los ojos. Porque es muy jodido explicarlo, pero la muerte de Luis me dolió como si se me hubiese muerto alguien cercano, alguien importante. Y vaya si lo era: el oso, el madroño, las cuatro franjas rojas y las cuatro franjas blancas.
Algún día la historia de este club te hará justicia, Luis. Gracias por tanto... Dale recuerdos a Arteche. Y no nos perdáis mucho de vista, que nos hacéis falta. Gracias por todo, Luis. Descansa en paz.

domingo, 17 de noviembre de 2013

Últimos en dinero, primeros en corazón... ¡y en la clasificación! Una pasión difícil de explicar.


No voy a ponerme a explicar toda la historia de cómo descubrí al Unión Club Ceares porque es larga, no creo que le interese a nadie y ahora mismo carece de total importancia. El caso es que el club está ahí, jugando en la Tercera División asturiana (qué cosas, la voracidad patrocinadora del BBVA no ha llegado hasta estas ligas....) y yo vivo en Madrid, de cuyo fútbol base sé entre muy poco y absolutamente nada; sin embargo, puedo decir ahora mismo de carrerilla que el Ceares está líder con 31 puntos, el Paviano y el Langreo van segundo y tercero respectivamente con 29 y el Lealtad ocupa la cuarta plaza con 28. ¿Cómo se explica que un tío que vive a 467 kilómetros de Xixón flipe con un equipo de un barrio con el que no tiene ningún otro tipo de vínculo?
Siempre he sido muy de meterme a defender causas perdidas y, cuando descubrí al Ceares y me empecé a interesar por su modelo de gestión, la sombra del descenso rondaba La Cruz fin de semana sí y fin de semana también. Lo cierto es que la cosa pintaba francamente mal (y tener que seguir a un equipo única y exclusivamente por su cuenta de Twitter no ayuda precisamente a templar los nervios, más bien lo magnifica todo para bien y para mal) pero había un grito de guerra que atronaba en mi cabeza: KEEPING THE FAITH. Me sorprendía ver por las redes sociales cómo los aficionados se agarraban a ese lema como a un clavo ardiendo y lo repetían hasta la saciedad. Si ya me había picado el gusanillo, viendo aquello se me gripó el corazón y me enamoré del todo. Y entonces llegó la penúltima jornada, en casa contra el filial del Oviedo, se ganó 3-0 y por primera vez en mi vida celebré goles en el trabajo leyendo en el móvil como si estuviese en el campo de fútbol. Mis compañeros de curro me miraban como al enfermo mental que probablemente sea mientras yo deliraba celebrando que un equipo al que a priori no me une absolutamente nada iba a mantener la categoría. Y si yo estaba así, el aspecto que tenía la grada de La Cruz ese día era un escándalo. Desde entonces lo que iba a ser una simple parada turística si alguna vez subía a Asturies se convirtió en una obsesión, hasta el punto de que subí exclusivamente a ver al Ceares y no a hacer turismo.
La Cruz me enamoró por todo, empezando porque la propia ciudad de Xixón me pareció preciosa y siguiendo por cómo se portó la gente de allí (y eso que dejé un pufo en la Cafetería Dipos que aún me duele recordar, que pienso ir a pagar en persona y que explica, entre otros motivos, por qué estoy dejando de beber). Pero sobre todo me enamoró la grada, esa grada.

En la grada de La Cruz, perfectamente ubicada al calor de La Cantina y al lado de los meixaerus (por cierto, los meaderos mejor ubicados que he visto jamás en un campo de fútbol, ¡se ve de puta madre mientras desahogas!), siempre hay fiesta. No se para NUNCA de animar, las sonrisas son permanentes, la cerveza vuela (en ocasiones literalmente), el ambiente es espectacular, los desconocidos te abrazan cuando marcan los locales, no se insulta ni al árbitro ni al equipo visitante (de hecho se muestra un respecto que ya quisiera ver yo en otras categorías...) y tocar el propio césped durante el partido es tan sencillo que me resultó inevitable hacerlo. En La Cruz se respira fútbol por los cuatro costados, un fútbol muy lejano de lo que vivido nunca en mis visitas al Calderón, al Campo de Fútbol de Vallecas o a cualquier otro ESTADIO (porque digan lo que digan La Cruz para mí no es un campo, es un ESTADIO en toda regla). En La Cruz entendí todo lo bonito que tiene el balompié, lo divertido que es el fútbol cuando es cercano. Lo que mola que el fútbol sea de los aficionados y se haga para ellos. Y eso no se compra con dinero.
La Cantina es un garito MUY DE PUTA MADRE.
El Ceares es un club bastante rico, tanto que sólo pueden jugar con luz natural porque no hay dinero para encender luces, tanto que las instalaciones para la cantera (¡y qué cantera! ¡qué compromiso!) las han levantado los aficionados con sus propias mano, tanto que no tiene un puto duro pero hoy se ha puesto líder de su categoría remontando fuera de casa. Así de rico es el Ceares.
El Ceares es la prueba irrefutable del tan manido "sí se puede". Se puede disfrutar del fútbol sin millonadas de por medio y sin favores (más bien con muchas trabas) de las instituciones. El Ceares es un modelo de gestión que ha pasado de estar al borde del descenso a quedarse a las puertas de la FedCup y, este año, esta misma tarde, a hacer historia poniéndose líder.
Es un lujo y un placer poder ir presumiendo por ahí: "yo soy del Ceares". Aunque me pille a más de cuatrocientos kilómetros de mi casa y aunque tenga que seguir los partidos por Twitter. Es una pasión difícil de explicar, pero es una pasión preciosa.
Keep the faith. Este año lo petamos.
Gracias.

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Por qué me emociona el fútbol. La historia de José García.

He debido ver este vídeo más de veinte o treinta veces y siempre he flipado con el crío y cómo representa perfectamente lo que es sentir unos colores desde que eres bien mocoso.

                        

Precisamente por eso, me encanta ver ahora este otro vídeo una y otra vez. No solo apunta maneras de buen futbolista el chaval sino que emociona ver a un futbolista de Liga BBVA Primera División tan entregado a unos colores que no sean los de los billetes de quinientos.

       


Supongo que habrá más historias como la suya, que la de José García no puede ser la única que hable de cómo pasar de la pasión de la grada a defender tu escudo sobre el césped. O al menos eso quiero pensar. En un fútbol en el que hasta los infantiles se traspasan de una cantera a otra la fidelidad es un valor a la baja y por estas cosas me emociona el fútbol, por historias como la de José García.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Volver.

Hace ya muchos años que decidí que no volvería al Calderón hasta que la actual directiva (que se hizo con el Club de manera fraudulenta) no devolviese el mismo a sus socios y, de pronto, aquí me veo hoy, con la entrada en el bolsillo y a punto de salir de casa para hacer la previa con los colegas. Y entonces me doy cuenta de que nada ha cambiado.
La sensación es exactamente la misma que cuando era abonado solo que ahora soy más de diez años más viejo: llevo nervioso desde la primera vez que le he dicho a mi chica en voz alta "hoy voy al Calderón", tengo ya preparada toda la ropa y la parafernalia (cuatro bufandas, una camiseta de manga larga y una bandera todo ello, obviamente, del Atleti), la camiseta rojiblanca que me acompaña hoy (temporada 12/13, dorsal número 19, Diego Costa) pulcramente doblada encima de la mesa del salón, dos paquetes de tabaco, dinero para cervezas (no mucho, porque quiero ver el partido, no engancharme una tajada), las gafas de sol y un gorro porque en el Calderón siempre refresca.
Y el corazón totalmente desbocado.
No son los nervios de antaño ("nos van a meter siete", "el equipo no juega un pimiento", "falta Hasselbaink/Salva/Torres/Kun o Forlán/Falcao"... ese tipo de cosas), son nervios de ilusión, de ganas de disfrutar de un buen partido, de sensaciones encontradas, de un montón de recuerdos tras tantos años de abonado. Esos nervios que me provocan el haber visto ya por la calle gente con las camisetas, ese ambiente previo futbolero... Es una sensación muy agradable, pero creo que rozo el infarto y me dijo el médico que evitase situaciones de estrés. "¿Qué pretende oiga? ¡Soy del Atleti!", tuve que contestarle.
En fin, que me he clavado tres cigarros escribiendo esto y aún tengo que hacer el ritual de vestirme de rojo y blanco antes de salir de casa. Que me voy al Manzanares, al Estadio Vicente Calderón donde acuden a millares los que gustan del fútbol de emoción. Solo que ahora la emoción es saber cuántos goles vamos a meter y no cuántos vamos a encajar.
Cómo cambian los tiempos, Venancio.

martes, 1 de octubre de 2013

En Simeone confío.

"No tempo por las molestias de Godín y Courtois, estos muchachos irían al frente con cucharillas de plástico".

(Lo ha dicho Germán el Mono Burgos poco antes de empezar el partido.)



El Atleti lo ha vuelto a hacer. En otro de esos días para olvidar en lo personal ha aparecido el Cholo Simeone para tirar de mi carro (que no, no me lo robaron) y sacarme del ostracismo, el aburrimiento y la tristeza.
A estas alturas aún me duele la garganta de celebrar el gol de Arda y no paro de acordarme insistentemente en mi gurú espiritual y en esa biblia que es para mí Fiebre en las gradas. ¿Es posible que si al Atleti le va bien, a mí me vaya bien? ¿Es posible lo contrario? ¿Es normal que un día que ha ido de culo desde bien temprano haya terminado medio bien igual que el puñetero partido? ¿Está todo relacionado? ¿Hasta cuándo va a durar esto?
Yo quería desengancharme del Atleti, de verdad. La salida de Falcao, lo poco que me han gustado los refuerzos y los chanchullos de Cerezo y sus áticos estaban a punto de colmar el vaso de mi paciencia. Y entonces apareció otra vez el argentino vestido de negro, engominado hacia atrás (creo que Simeone es el único tipo en el mundo capaz de peinarse así y caerme simpático) repitiendo ese mantra del 'partido a partido' ("día a día" me digo yo por las mañanas mientras me tomo un café barato y miro los números rojos de mi cuenta corriente) para cogerme de la mano y auparme otro poquito. El sábado vencimos a los vecinos en su casa, hoy al Oporto también fuera. No sé cuánto va a durar esto, pero últimamente solo me llevo alegrías cuando me arrimo al escudo rojiblanco.

jueves, 12 de septiembre de 2013

Comunicado de Brigadas Amarillas sobre la sanción a Bukaneros.

"La Ley del Deporte vuelve a cargar contra los aficionados y lo hace quitándose la máscara de Ley contra la Violencia y el Racismo en el Deporte y mostrando a la luz su verdadera cara de ley con afán recaudatorio, aunque para ello tenga que robar a quien menos tiene buscándose las escusas menos elaboradas que se puedan llegar a pensar.

En un reciente comunicado deseábamos que ninguna afición rival que visitase nuestro estadio se viese envuelta en situaciones desmedidas por parte de los miembros del cuerpo de seguridad que se encuentran en el mismo o en sus alrededores. Esta vez la multa ha recaído sobre quienes realizaron un cubregradas que celebraba 20 años de hermandad entre dos grupos que, con el paso del tiempo, ha traspasado a las dos aficiones. Un auténtico regalo que no solo no es violento, ni racista, ni xenófobo sino que además sirve como la máxima expresión de la amistad y la fiesta del fútbol, algo que se presupone como la meta a alcanzar por la Comisión Estatal contra la violencia, el racismo, la xenofobia y la intolerancia en el deporte.

La razón según la cual multan a 17 personas y al propio Club es que no se comunicó la existencia del cubregradas a la policía, siendo perjudicial para la seguridad del resto de aficionados y del propio estadio. Cada multa es de 6000 euros, que bien puede arruinarle la vida a más de uno, por el simple hecho de dar colorido a la grada y festejar el buen ambiente que se respiraba en el Estadio Carranza.

Por ello, Brigadas Amarillas exige la retirada de estas injustas multas tanto a las 17 personas sancionadas como al Cádiz C.F.

En Cádiz, a 12 de septiembre de 2013.

Brigadas Amarillas.
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La entrada original puede leerse aquí y, para hacerse una idea de lo absurdo de esta situación podéis pinchar aquí.